El taxista.
La gente tal vez no recuerde exactamente lo que tu hiciste o lo que tú dijiste, pero siempre recordarán cómo los hiciste sentir…
Hace veinte años, yo manejaba un taxi para poder vivir. Lo hacía en el turno nocturno.
Mi taxi se convirtió en un confesionario móvil. Los pasajeros se subían, se sentaban atrás de mí en total anonimato y me contaban acerca de sus vidas