La historia de la familia Invisible
¿Dónde se halla la felicidad?
Secreto que conviene saber
El secreto de la felicidad no está en las circunstancias que nos rodean, ni en la vida de nuestro propio corazón, sino veamos esto.
Una buena porción de la Biblia cada día, al abrir las ventanas del alma a las promesas del Señor, unas palabras de ferviente oración, uno o dos actos de bondad a la primera persona con quien nos encontremos, harán risueño el rostro y ligeros los pies para la marcha del día.
Soy lo que soy
Yo no soy lo que yo sería. Yo no soy lo que yo quiero ser. Yo no soy lo que yo espero ser. Sin embargo, yo no soy el que yo solía ser. Y, por la gracia de Dios, soy lo que yo soy. John Newton (1725-1807)
A veces nos empeñamos determinadamente en la tentativa de llegar a ser alguien cuyo modelo creemos ser el ideal para nuestra realización personal. Luchamos bravamente contra todos los obstáculos que se presentan como impedimento en la realización de nuestros propósitos, pero consiguiendo o no el objetivo, es posible que el fracaso esté allá, aguardando nuestra llegada.
Parábola de las quejas.
«Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de casarse con una mujer hermosa.
Ese hombre se paso la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre.
Cuando llegó a las puertas del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y protestó:
Rosas para mi Rosa.
Tenía predilección por las rosas rojas, y se llamaba Rosa.
Todos los años su esposo le enviaba hermosos ramilletes.
El año que él murió, llegaron las rosas con una tarjeta
que decía, como todos los años anteriores: «¡Feliz día de los enamorados!»
Cada año le enviaba rosas, y la nota decía siempre:
«Te amo aun más este año, más que el año pasado en esta fecha
Fantasma de felicidad.
Elisa Sierra, mujer de cuarenta años de edad con retraso mental, no podía creerlo. Ahí, en medio del andén, había un fajo de billetes. Era un paquete grueso con billetes de alta numeración. Quizá fueran miles o hasta millones. Así que lo recogió de la acera y lo guardó presurosa en su bolso.
Al día siguiente Elisa tuvo la imprudencia de mostrarle