Yo no soy lo que yo sería. Yo no soy lo que yo quiero ser. Yo no soy lo que yo espero ser. Sin embargo, yo no soy el que yo solía ser. Y, por la gracia de Dios, soy lo que yo soy. John Newton (1725-1807)
A veces nos empeñamos determinadamente en la tentativa de llegar a ser alguien cuyo modelo creemos ser el ideal para nuestra realización personal. Luchamos bravamente contra todos los obstáculos que se presentan como impedimento en la realización de nuestros propósitos, pero consiguiendo o no el objetivo, es posible que el fracaso esté allá, aguardando nuestra llegada.
Hay personas que sueñan el tiempo todo con una posición de destaque en la sociedad. Quieren alcanzar la notoriedad, quieren ser noticia en las columnas sociales, quieren ser reconocidas en la calle, quieren el brillo de las camaras sobre sus rostros. Mientras tanto esto no sucede, se muestran tristes, sin ánimo, fracasadas y sin vida. Buscan ser aquello que no son y, probablemente, nunca serán.
Bueno es vivir de acuerdo con la dirección de Dios. Las viejas costumbres, que tanto estorbaban nuestra dicha, si son colocados delante del Señor, serán transformados en actitudes nuevas, espirituales, que nos ayudarán a llegar al jardín florido de nuestro contentamiento.
Seremos verdaderamente felices si nos colocamos delante de Dios como las personas que Él anhela que seamos. Su gracia será abundante sobre nosotros y el brillo de nuestra alegría acabará contaminando aquéllos que están a nuestro rededor, haciendo con que éstos sean motivados a buscar la felicidad de la misma manera.
No debemos intentar copiar la felicidad de nadie. La Nuestra debe ser personal, original, dirijida en el camino del Señor y regada por el amor y por las copiosas lluvias de bendiciones del Dios a quien amamos y servimos.
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