¿Dónde se halla la felicidad?

NO EN EL DINERO. Jay Gould, el millonario norteamericano, al morir dijo: “Supongo que soy el hombre más miserable sobre la tierra.” NO EN EL PLACER. Lord Byron, quien vivió una vida de placeres y comodidad, escribió: “El gusano, las llagas y la pena son sólo míos.” NO EN EL PODER MILITAR. Después de que Alejandro el Grande había conquistado el mundo entonces conocido, lloró en frustración porque…

Sonríe en la iglesia

Mi esposa y yo visitamos una iglesia en otra ciudad no hace mucho tiempo. Cuando regresábamos a casa, ella me preguntó: "¿Notaste algo raro en las personas de esa iglesia?" Yo la verdad no noté nada, por lo que ella me explicó: "Nadie sonreía." Al pensar en ello estuve de acuerdo. La música y el mensaje estaban más bien saturados de un tono sombrío de…

Dios tiene el control

Un hombre de Norfolk, VA llamó a una estación de radio local para compartir esto que le pasó en el día trágico de septiembre 11 del 2001. Su nombre era Roberto Matthews. Éstas son sus palabras: "Algunas semanas antes de sept. 11, mi esposa y yo esperábamos nuestro primer hijo. Ella planeó un viaje a California para visitar a su hermana. En nuestra ida al…

Dios no es aburrido

Si Dios no es aburrido y su Espíritu produce gozo, ¿por qué a tantos hijos de Dios se los ve aburridos y bajoneados?

Hay cuatro respuestas para ésta pregunta:

1. Donde hay pecado nunca hay gozo, ni verdadera alegría. Podrá haber mucha risa, muchas bromas, pero si adentro hay pecado también hay aburrimiento, culpa y amargura; y desaparece el verdadero gozo de Dios.

Alabanza Matutina.

senoraUna joven profesional se fue de su hogar a la ciudad de New York. Le alquiló un cuarto a una anciana de Suecia que había emigrado a los Estados Unidos años antes. La propietaria le ofreció una habitación limpia, baño común y, además, podía utilizar la cocina, todo a un precio razonable.

La pequeña mujer sueca de pelo blanco, estableció con claridad las reglas de la casa. Nada de bebidas o cigarros

El amor ignorado.

Un intenso frío me helaba los huesos mientras en el parque y a unos doscientos metros, que me habían sido impuestos, contemplaba los juegos y carreras de mi nieto en su colegio. Él me vio de lejos y me dirigió una mirada como perdida, aunque tuve la certeza de que me había reconocido y que mi presencia no le molestaba.

Siguió jugando y pronto sus juegos le embargaron y aunque me había visto continuó con sus amiguitos. Me quedé yo solo contemplando sus evoluciones