La cruz

Para el pueblo que recibió la ley de parte de Dios la Cruz fue el castigo merecido de un profeta de Belén. El cual perdió la razón y se dio a conocer a ellos cómo el Cristo de Dios, aquél del cual se había dicho que les libertaría de todo yugo. Pero ellos no le reconocieron.

Para el imperio que gobernaba en esa época la Cruz fue lo que merecía un tumultoso que junto con un grupo de pescadores, publicanos y prostitutas aseguraban que existía un reino mucho mayor que el que sus ojos veían.

Secreto que conviene saber

El secreto de la felicidad no está en las circunstancias que nos rodean, ni en la vida de nuestro propio corazón, sino veamos esto.

Una buena porción de la Biblia cada día, al abrir las ventanas del alma a las promesas del Señor, unas palabras de ferviente oración, uno o dos actos de bondad a la primera persona con quien nos encontremos, harán risueño el rostro y ligeros los pies para la marcha del día.

La naranja y el ateo

Un ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio, y después de haber finalizado su discurso, invitó a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma. Después de unos momentos un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su afición a las bebidas embriagantes, pero que había sido salvo recientemente, aceptó la invitación, y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente.

La encuesta

Jesús y sus discípulos salieron hacia las aldeas de Cesárea de Filipo. En el camino les preguntó: — ¿Quién dice la gente que soy yo? —Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas —contestaron. —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? —Tú eres el Cristo —afirmó Pedro. Jesús les ordenó que no hablaran a nadie acerca de él. Marcos 8:27-30

¿Cómo van las encuestas? Unos dicen que eres un profeta, otros opinan que eres Juan Bautista resucitado

El gusanito

Un indígena centroamericano había hallado la paz en Dios. Había cambiado radicalmente, de una vida de depravación, borracheras e infidelidad, a uan vida de verdadera satisfacción y paz.

No le importaba donde estuviera ni quien estuviera viéndolo o escuchándolo. A todos les daba el testimonio de su conversión. Un día un amigo suyo le preguntó:
– Churunel, ¿por qué hablas tanto de Cristo?

Poema: "Cristo Redentor"

Nunca podría confundir tu amor.
No existen palabras que puedan describir
la belleza de un sentimiento tan transparente
donde solo lo puro, lo verdadero puede llegar.

Conocí de ti en mi hora mas difícil,
en mi momento de menos poder ofrecer.
Cuando vine a ti, vine sin nada en mis manos,
mas tu abriste las puertas de tu casa
y me recibiste como si yo fuese de ahí.

Recuerdo que no tenia amor para darte,
pues mas que amor, era necesidad

La pequeña vela

Erase una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y finito que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era su «cabo» y que servía para ser «encendida». Ser «encendida» ¿qué significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca lo supiese, porque era algo muy doloroso.

Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida.

Resoluciones para el Nuevo Año

Para el año 2011 me propongo:
Como ENOC, caminar en compañerismo diario con el Padre celestial.
Como ABRAHAM, confiar incondicionalmente en Dios.
Como MOISÉS, obedecer a Dios aunque esto signifique sufrir.
Como JOSÉ, dar la espalda a la tentación.
Como JOSUÉ y CALEB, no permitir que me desanimen los obstáculos.
Como EZEQUÍAS, preparar mi corazón para buscar a Dios.

Pon en acción tu Fe

Ella lo sabía, esa era su oportunidad. Todo lo que había sufrido a causa de esa enfermedad estaba por terminar. Esa vergüenza que había sufrido, todo lo que había gastado por 12 años. Todo estaba a punto de terminar solo tenia que acercarse y aprovechar la oportunidad para poder tocar el borde del manto, Su fé ya estaba en acción y la decisión ya habia sido tomada.

Estrellas en la corona

Una señorita se hallaba ante el espejo, ajustando un ornamento sobre su cabello para que pudiera brillar mejor.
Estaba preparándose par ir a una fiesta. Observando por el espejo a su hermana pequeña, le dijo:
-Ana, ¿qué te pasa?
-sólo estaba pensando – replicó la niña.
-Pero, pensando, ¿qué?
-Pensando sobre lo que dijo mi maestro de la Escuela Dominical el Domingo pasado: Que si podemos ganar un alma para Cristo, tendremos una estrella en nuestra corona, y estaba preguntándome si mi estrella brillaría más que tu diamante.