Jesús vive en el corazón
Escogieron dar sus vidas
Una factura para Mamá
La becerra del Señor.
Martyn Lloyd-Jones relató una historia acerca de un granjero que entró en su casa un día para informar a su esposa y familia de unas buenas noticias. «La vaca acaba de dar a luz a dos becerras – una blanca y la otra roja.» Continuó diciendo, «Debemos de dedicar por lo menos una de estas becerras al Señor.
Criaremos a las dos juntas y cuando viene el momento oportuno, venderemos la una
La Palabra verídica.
D. L. Moody predicaba en cierta ocasión con respecto al valor de la Palabra de Dios en la vida del hombre. Repentinamente, fue interrumpido por la estentórea voz de uno de los concurrentes que dijo: –No creo ni una palabra de esas fábulas de viejas que usted dice que es la Biblia.
–Señor—replicó el orador–, hay un versículo en la Biblia que se verá obligado a creer:
El hereje.
En el tiempo de Mario el perseguidor, llegó uno de sus agentes a la casa de una mujer cristiana que había ocultado a uno de los siervos de Cristo, y le preguntó: –¿En dónde está ese hereje?.
La mujer cristiana dijo: Abra aquella petaca y verá usted al hereje. El perseguidor abrió la petaca y sobre la ropa vio un espejo. –¡No hay aquí ningún hereje!
¿Recuerdas lo del pato?
Había un pequeño nino visitando a sus abuelos en su granja. El tenia una resortera (catapulta) con la que jugaba todo el día, practicaba con ella en el bosque pero nunca daba en el blanco. Estando un poco desilusionado, regresó a casa para la cena.
Al acercarse a casa, divisó al pato mascota de la abuela. Sin poder contenerse, usó su resortera y le pegó al pato en la cabeza
El zapatazo de Dios.
Un hermano llamado Juan, cansado de tantas aflicciones, de tantas luchas, de muchas oraciones sin ser contestadas, de tanto tiempo sembrar y no recibir nada a cambio, lleno de contradicciones que lo ínico que hacian era hacer desfallecer su corazón más y más, comenzó a cuestionarlo todo, y entre esas cosas, su corazón cuestionó a su mismo Señor.
Se tú mismo.
Una de las mejores ayudas para vencer el descontento es saber que Dios desea que tú seas tu mismo y no que trates de ser otro.
Según una antigua parábola japonesa, había un picapedrero japonés llamado Hashmu que era pobre y a veces refunfuñaba por sus tareas agotadoras. Un día, mientras estaba desmenuzando una piedra