El amor verdadero.

Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer.

Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzeimer muy avanzado.

Atentamente, tu viejo.

Amado hijo: El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.
Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia. Recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame.  Cuando eras pequeño para que te durmieras, tuve que contarte miles

Factura Pagada.

Una tarde, un pequeño se acercó a su madre que preparaba la cena en la cocina, entregándole una hoja de papel en la que había escrito algo. Después de secarse las manos y quitarse el delantal, ella leyó lo que decía la nota:

– Cortar el césped del jardín… 15.00
– Limpiar mi cuarto esta semana… 5.00
– Cuidar de mi hermano… 5.00

El Puente.

No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continúa.

Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó

El Amor y el Tiempo.

Dicen que en una isla habitaban todos los valores, las emociones y sentimientos del hombre.

El buen humor, la tristeza, las sabiduría, en fin todos, incluso el amor. Un día se anunció que la isla se hundiría y debían salir todos.
Prepararon sus barcas y partieron y únicamente el Amor se quedó esperando solo

El Sacrificio.

Es la tarde de un viernes típico y estás manejando a tu casa.
Sintonizas la radio. El noticiero cuenta una historia de poca importancia, sobre un pueblito de la India donde  alguna gente se ha muerto de repente, por motivo desconocido, de alguna gripa que nunca antes se ha visto. No es influenza, pero tres o cuatro gentes
murieron. Es algo interesante y algunos

Instalando el amor.

C: Cliente
SC: Servicio al cliente

C : Estoy teniendo algunos problemas, ¿me podría ayudar?

SC: Sí, creo que le puedo ayudar. ¿Podría usted instalar AMOR?

C : Claro que puedo hacer eso. No seré muy técnico, pero estoy listo para instalarlo ahora mismo. ¿Qué tengo que hacer primero?

Jaime reportándose.

Un Pastor estaba dando un recorrido por su Iglesia al medio día, al pasar por el Altar decidió quedarse cerca para ver quien había venido a orar.

En ese momento se abrió la puerta, el Pastor frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el pasillo; el hombre estaba sin afeitarse desde hacia varios días, vestía una camisa rasgada, tenía el abrigo gastado cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar.

El hombre se arrodilló, inclino la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los siguientes días el mismo hombre, siempre al medio día estaba en la Iglesia

¿Quien mató al amor?

Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en el que el odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y
las malas virtudes, convocó a una reunión urgente con todos ellos.

Todos los malos sentimientos del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad
de saber cuál era el propósito.

Cuando estuvieron todos habló el Odio y dijo:
«Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien. Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el Odio que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien, sin embargo todos se preguntaban entre sí quien seria tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos.

Muchacho agradecido.

Un muchacho entro con paso firme a la joyería y pidió que le mostrarán el mejor anillo de compromiso que tuviera.

El joyero le presento uno. La hermosa piedra solitaria brillaba como un diminuto sol resplandeciente. El muchacho contemplo el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo.