El milagro de una canción.

Como cualquier buena mamá, cuando Karen supo que estaba esperando un bebe, hizo lo que pudo para ayudar a su hijo Michael de tres años a prepararse para una nueva etapa en su vida.

Supieron que el nuevo bebe iba a ser una niña, y día y noche, Michael le cantaba a su hermanita en el vientre de su madre. El estaba encariñándose con su hermanita aun antes de conocerla. El embarazo de Karen progresó normalmente

Con mi corazón y mis dos manos.

Meditaba en su salón de estudio un predicador, buscando una ilustración sobre el amor.
De pronto entró en el cuarto su hijita pequeña, diciendo:
-Papá, siéntame un poco sobre tus rodillas.
-No, hijita, no puedo ahora; estoy muy ocupado -contestó el padre.
-Quisiera sentarme un momento en tus rodillas, súbeme, papá -dijo ella.

La estrella.

Durante la segunda guerra mundial era costumbre en los Estados Unidos que una familia que tuviera un hijo sirviendo en el ejército colocara una estrella en la ventana frontal de su casa. Cuando esta estrella era dorada, entonces significaba que este había entregado su vida por su país.

Hace muchos años caminada un hombre con su hijo por las calles de Nueva York y al ver las ventanas llenas de estrellas preguntó a su papá

Ser como la gallina.

Un pastor estaba de vacaciones en casa de un granjero que no era cristiano; pero cuya esposa había estado orando por él por mucho tiempo. Por tal razón el servidor de Dios esperaba la oportunidad para explicarle el valor del sacrificio del Calvario.

Cierta mañana el granjero pidió al pastor que le acompañara al gallinero. En uno de los cuévanos vio una gallina con una crías de polluelos sacando

La compañía del Amor.

Una mujer regaba el jardín de su casa y vio a tres viejos con sus años de experiencia frente a su jardín. Ella no los conocía y les dijo:

-No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo.

Ellos preguntaron:
-¿Está el hombre de la casa?
-No, respondió ella, no está.
-Entonces no podemos entrar, dijeron ellos.

Cicatrices del alma.

Las contusiones y heridas recibidas sobre nuestro cuerpo, cuando son severas; nos dejan una marca (cicatriz) permanente, de por vida.
Personas que han sufrido accidentes, han estado en una guerra, o han sido víctimas de violencia física y maltrato, conservan en sus cuerpos, una marca que les recuerda un trágico momento de sus vidas.

Pero hay heridas que son invisibles a nuestros ojos físicos

Cuando fuiste creado.

Hijo mío… si tan solo pudieras comprender por qué te amo tanto…?

Cuando fuiste creado, yo no tenía necesidad de sirvientes, pues miles de angeles me servían. No tenía necesidad de soldados, pues con tan sólo decir La Palabra, montes eran derribados. No tenía necesidad de adoradores, pues delante de mi trono contínuamente cuatro seres vivientes gritan Santo, Santo, Santo y junto a huestes Celestiales me adoran.

Él te reconocerá.

Miguelito estaba sucio. Las manos negras, el cuello café oscuro y la cara mugrosa. Pero sus brillantes ojos azules se llenaron de lágrimas cuando su profesora lo regañó por estar tan sucio.

Lo mandó a lavarse y al regresar se dio cuenta de que estaba llorando a grito abierto, avergonzado y humillado. Inclinándose hacia él, le dijo afablemente: «Niño, deja de llorar. Tú sabes que no podía dejarte regresar a casa tan sucio.

Carta de Jesús para tí.

Puede ser que tú no me conozcas, pero Yo sé todo acerca de tí… Yo sé cuando te sientas y cuando te levantas … Todos tus caminos me son conocidos … Conozco cuántos cabellos hay en tu cabeza … Pues fuiste hecho a mi imagen …

Te conocí desde antes que fueses concebido(a) … Te escogí cuando planifiqué

El amor ignorado.

Un intenso frío me helaba los huesos mientras en el parque y a unos doscientos metros, que me habían sido impuestos, contemplaba los juegos y carreras de mi nieto en su colegio. Él me vio de lejos y me dirigió una mirada como perdida, aunque tuve la certeza de que me había reconocido y que mi presencia no le molestaba.

Siguió jugando y pronto sus juegos le embargaron y aunque me había visto continuó con sus amiguitos. Me quedé yo solo contemplando sus evoluciones