El plan del amor

“Y añadió: ¡Qué buena manera tienen ustedes de dejar a un lado los mandamientos de Dios para mantener sus propias tradiciones! Por ejemplo, Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte. Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: Cualquier ayuda que pudiera haberte dado es corbán(es decir, ofrenda dedicada a Dios). En ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por su madre. Así por la tradición que se transmiten entre ustedes, anulan la palabra de Dios. Y hacen muchas cosas parecidas.” Marcos 7:9-13 (NVI-1999)

El arte de la gente común

«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento» Lucas 5:32

Caravaggio, el pintor italiano del siglo XVI, recibió críticas mordaces en su tiempo por representar a los personajes de la Biblia como personas comunes y corrientes. Sus críticos reflejaban una época en la que sólo se consideraba a los miembros de la realeza y la aristocracia como sujetos apropiados para la «inmortalidad» del arte.

Una vida transformada

Stephen, un niño africano que fue abandonado por su madre y maltratado por sus familiares, se crió en la calle. Después de un fallido intento de suicidio ingresó en una organización terrorista. Se le enseñó a odiar, a manejar las armas, y se le confió la misión de sembrar el terror en la población civil. La ocasión se le presentó cuando una misión cristiana organizó unas reuniones.

El propósito de Stephen era lanzar algunas granadas al público.

Poema: "Cristo Redentor"

Nunca podría confundir tu amor.
No existen palabras que puedan describir
la belleza de un sentimiento tan transparente
donde solo lo puro, lo verdadero puede llegar.

Conocí de ti en mi hora mas difícil,
en mi momento de menos poder ofrecer.
Cuando vine a ti, vine sin nada en mis manos,
mas tu abriste las puertas de tu casa
y me recibiste como si yo fuese de ahí.

Recuerdo que no tenia amor para darte,
pues mas que amor, era necesidad

La ley del amor

“Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí.

Amor, la Clave para la madurez de carácter en el cristiano

En la vida cristiana  los dones espirituales son importantes y necesarios para  dar a conocer que Jesucristo está con nosotros; ya que la gente ve el poder de Dios en acción. Sin embargo, el Fruto del Espíritu Santo es indispensable en la vida de cada creyente, ya que a través de él  testificamos no sólo que Dios está con nosotros, sino también que Dios vive en nosotros y que somos discípulos de Jesucristo.

Porque el Fruto es para unas excelentes relaciones humanas entre todos los cristianos y aún con los no cristianos.

El Samurai

El Samurai es un guerrero del antiguo Japón. Eran personas muy respetables y admirables, tanto por su habilidad con la espada; así como su manera de vivir.

El maestro Nakano Jinemon acostumbraba a decir: «Un hombre que sólo sirve a su Señor, si es tratado con bondad no es un Samurai. El que lo sirve cuando es duro e irracional, éste es un Samurai. Debéis impregnaros de este principio.»

La última lágrima

Allí estaba, sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda; gorra marrón, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera; pantalones que arremangados dejaban libres sus pantorrillas y una camisa blanca, gastada, con un chaleco de lana tejido a mano. El anciano miraba a la nada. Y el viejo lloró, y en su única lágrima expresó tanto que me fue muy difícil acercarme, a preguntarle, o siquiera consolarlo.

La ofrenda

Esta es una historia real sobre un niño de nueve años que vivía en un pueblo rural en Tennessee.

Su casa estaba en una zona pobre de la comunidad. Una iglesia tenía un ministerio de autobuses y ese día fueron a su casa un sábado por la tarde. El chico vino a abrir la puerta y saludó al pastor. El pastor le preguntó si sus padres estaban en casa, y el niño le dijo que sus padres salen cada fin de semana y lo dejan en casa para cuidar de su hermanito.

57 centavos

Una sollozante niña se detuvo cerca de una pequeña iglesia de la cual se había retirado porque estaba colmada de gente.
«No puedo ir a la escuela bíblica», le decía al Pastor entre sollozos mientras él pasaba por allí.

Viéndola andrajosa y desgreñada, el Pastor supuso lo que estaba sucediendo y tomándola de la mano la llevó adentro, donde encontró un lugar para ella en la clase.

La niña se sintió tan conmovida que esa noche se fue a la cama pensando en los niños que no tenían un lugar donde adorar a Jesús.