Lo que no puede comprar el dinero
El hombre que no quiso morir.
Un hombre soñó que repentinamente había muerto y había sido transportado al cielo. Estando en aquel mundo glorioso pensaba que estaba en él porque lo merecía. De pronto alguien vino a velo, lo llevó a las almenas, y comenzó el diálogo siguiente:
–Ven. Voy a mostrarte una cosa–: Mira allá abajo. ¿Qué ves?
–Veo un mundo muy obscuro.
–Fíjate: a ver si lo conoces.
–Por supuesto; es el mundo de donde vine.
¿Se acordará de mí?
Un hombre inquieto camina de un lado a otro dentro de la celda de una fría prisión, preguntándose una y mil veces ¿Se acordará el copero de mí?.
Su cabeza no puede dejar de pensar en todo lo acontecido durante su vida.
Sin lugar a dudas todos sus últimos años no han sido más que días que uno preferiría olvidar.
El sueño roto.
El sueño de su vida era ser misionero, y parecía como si finalmente se fuera a hacer realidad. Sentado en la oficina de la agencia misionera, el nervioso joven le aseguró al entrevistador que él y su flamante esposa estaban decididos a trabajar duro, administrar sus recursos como buenos mayordomos, y procurar que se proclamara a Cristo al mayor número de personas posible. Confiaban en que todo su futuro estaba saliéndole a pedir de boca.