Sólo mueve la roca
La niña y el relámpago
Una niña, de unos 6 años, iba diariamente a su colegio caminando a través del bosque. Una mañana, había amanecido con un cielo amenazador. El viento y las nubes hacían presagiar un día de lluvia, pero la bella niña seguía su camino rumbo a la escuela, como si todo fuera normal.
Durante el día, la tormenta fue aumentando en intensidad, por lo que se desató una tempestad con muchos rayos que podían verse desde varios kilómetros. La madre estaba preocupada por su pequeña hija que, como de costumbre, tenía que regresar sola atravesando el bosque. Sintió mucho miedo por lo que podría pasarle en medio de esa terrible tormenta.
La pequeña vela
Erase una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y finito que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era su «cabo» y que servía para ser «encendida». Ser «encendida» ¿qué significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca lo supiese, porque era algo muy doloroso.
Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida.
En los brazos de Dios
No creamos que sólo cuando se es niño se puede tener el consuelo de unos brazos que nos alcen cuando nos sentimos tristes o tenemos miedo. Pensemos que aún siendo adultos, esos brazos se extienden para contenernos en los peores momentos.
Para un niño no hay consuelo mayor que los brazos de sus padres. Si se caen, se lastiman, si un juguete se rompió o alguien les dijo algo feo, si se asustaron o les duele algo, el mejor lugar, el más cálido, son los brazos de papá o mamá.
Parecería ser que hacerle upa a un hijo fuera un acto mágico.
Parábola de las quejas.
«Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de casarse con una mujer hermosa.
Ese hombre se paso la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre.
Cuando llegó a las puertas del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y protestó: