Consciente de lo que es la gracia

Simón era un joven canadiense que necesitaba dinero para hacer frente a su adicción a las drogas, pero ¿cómo ganarlo a los 17 años de edad? Se puso a vender la droga él mismo. Dos condenas  no pusieron fin a su narcotráfico.

Al cumplir 18 años fue invitado a una reunión: allí oyó el evangelio y comprendió que Dios lo había amado hasta dar a su propio Hijo. Ante Dios reconoció todo el mal que había cometido; la paz lo invadió y fue liberado de su antigua vida.

Pero debía ser juzgado por tercera vez. Ya era mayor de edad y tenía miedo; sabía que esta vez merecía una severa pena de prisión.

¿Cuánto ganas a la hora, papi?

– Papi, ¿cuánto ganas por hora? – con voz tímida y ojos de admiración,
un pequeño recibía así a su padre al término del trabajo.

El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso: – Mira hijo, esos
informes ni tu madre los conoce. No me molestes que estoy cansado.

– Pero papi, -insistía- dime por favor