Sin lugar para el odio

Un pequeño hacendado, bastante aburrido con una zorra que solía invadir su gallinero para robar sus aves, consiguió, después de un cierto tiempo, capturarla. Llevado por el grande odio y deseo de venganza, amarró una cuerda encharcada con aceite en su cola y prendió fuego. Saliendo en disparada, la raposa acabo yendo en dirección al campo de trigo del hacendado. Era tiempo de cosecha y…

La camisa

Paco de 8 años, entró en su casa, después de clase, pisoteando fuerte. Su padre, que se dirigía al fondo, al verlo entrar, lo llamó para una hablar. Paco lo acompañó desconfiado.

Antes que su padre hablara algo, Paco dijo irritado:

– Padre, estoy con muchísima rabia. Joaquín no podría haberme hecho lo que hizo. Su padre, un hombre sencillo pero sabio, escuchaba a su hijo mientras ese seguía con su reclamo.

Dios le busca

En una región montañosa del Kurdistán, todavía reina la costumbre de la «venganza de la sangre». Durante una pelea, un hombre mató a otro y enseguida se fugó, persuadido de que el hijo de la víctima quería vengar a su padre.

Y efectivamente, éste se puso sobre la pista del asesino. La presecución duró varias semanas, hasta el día en que el fugitivo, agotado y hambriento, se durmió de cansancio, sin haber hallado un escondrijo seguro.

Se despertó sobresaltado al sentir una mano sobre su hombro. Entonces capituló diciendo: «No doy más, ya no puedo huir, mátame ahora mismo; es lo que merezco».

Cuanto daño hace no perdonar

perdonarEl tema del día era el resentimiento y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase, elegimos una papa por cada persona que guardábamos resentimiento, escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas.

El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa con papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo, y el fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí.