La roca inamovible
Después de un naufragio en una terrible tempestad, un marino pudo llegar a una pequeña roca y escalarla, y allí permaneció durante muchas horas.
Cuando al fin pudo ser rescatado, un amigo suyo le preguntó:–¿No temblabas de espanto por estar tantas horas en tan precaria situación, amigo mío?.–Sí –contestó el náufrago–, la verdad es que temblaba mucho; pero… ¡la roca no…! Y esto fue lo que me salvó.
Salmos 18:2 Roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
1.- Sin Dios, no hay salvación. (Estamos perdidos)
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?. Juan 4:28,29
Tengo muchos amigos que trabajan en malos vecindarios. Uno de estos guerreros urbanos trasladó a su familia a una zona urbana muy pobre.
Las pinturas de la Cena del Señor muestran una copa y una bandeja. La copa representa la sangre que Jesús derramó para salvarnos del pecado, y en la bandeja está el pan, que simboliza Su cuerpo que fue molido por nosotros. Lo que no vemos es la segunda copa que Jesús bebió solo: la que hizo posible nuestra salvación.
Dios tiene maneras creativas y aún divertidas para comunicarse con nosotros, para llamar nuestra atención y guiarnos… sólo tenemos que estar atentos y, por supuesto obedecerle. Esto nos muestra la anécdota de Juan, un joven creyente a quien le habló Dios de una manera muy singular.
El nombre Jesús evoca sentimientos diferentes. Dependiendo del individuo, puede significar una figura histórica, un buen maestro, un profeta o una palabra maldita. Pero, para muchos en todo el mundo, ese nombre es sinónimo de “Señor y Salvador”.
Un evangelista inglés estaba hospedado una vez en casa de unos amigos. Una noche cuando estaba preparando un sermón, una niña le dijo: «Señor Moorhouse, yo quiero ser una cristiana». «Bien hijita, dijo, usted puede, porque es muy fácil».
Un comerciante pudiente fue herido de gravedad en un accidente ferroviario. Su mujer, su hijo y un creyente estaban al lado de su cama. Al sentir que la muerte se acercaba, el moribundo dijo a su esposa: –Las cuentas de nuestra empresa están en orden, las facturas pagadas. No tendrás problemas; la contabilidad ha sido llevada excelente.
Un cierto anciano se levantó una vez en una reunión y dijo «Me he pasado cuarenta y dos años para aprender tres cosas».