Un testimonio para compartir

Todos tenemos, sin lugar a duda, una historia que contar. Nunca rechaces a alguien por lo débil que parezca o por lo insignificante que pueda sonar su historia.

Prueba lo que te digo… conmigo mismo.

Para cuando nací, mis padres llevaban años de haber entregado sus vidas a Jesucristo. Me crie aprendiendo las fantásticas historias de la Biblia. Mi padre además es un graduado de seminario bíblico, así que ya te llevas la idea. Prácticamente resultaba fácil para mí aprender pasajes y saberme las vidas de Abraham, Moisés, David y muchos más.