Publicada enVida Cristiana
Mucho que recordar.
«Le agradezco un montón», le dijo el hombre detrás de la ventanilla en la oficina postal a la dama que estaba delante de mí en la fila. El empleado, Juan, me había visto en la fila y esperaba que yo le hubiese oído. Cuando llegó mi turno, saludé a Juan, quien había sido alumno mío cuando yo enseñaba en la secundaria en los años 80.
«¿Notó lo que le dije a la señora? —preguntó Juan—. Le dije, ‘le agradezco un montón’». Al percibir que yo no lograba captar