Lengua tamaño XXL
La ovejita perdida
1, 2, 3, 10, 20, 60, 80, 97, 98, 99, ¿99? ¡¡»No puede ser, habré contado mal», dijo!!
Y empezó otra vez a contar 1, 2, 3,…, 99.
No se había equivocado, le faltaba una. Había pasado todo el día llevando las ovejas a donde haya mejores pastos, donde puedan beber agua limpia y cristalina, muy atento estuvo para que ningún animal feroz se acerque a alguna de ellas y haga estragos.
Sobre sus hombros.
A nuestra familia le gusta dar caminatas y en dichos trayectos hemos tenido algunas grandes aventuras juntos. Pero, cuando nuestros hijos eran pequeños, nuestro entusiasmo nos hacía caminar demasiado rápido y demasiado lejos, y, a menudo, las piernas de los pequeños se agotaban. No podían mantener el paso, a pesar de sus determinados esfuerzos y de que les asegurábamos que el final del camino se encontraba tan sólo al otro lado de la siguiente colina.