Latidos del corazón de Dios
El hombro.
Un día mi madre me preguntó que cual era la parte más importante del cuerpo. A través de los años trataría de buscar la respuesta correcta. Cuando era mas joven, pensé que el sonido era muy importante para nosotros, por eso dije: «Mis oídos, Mamá». Ella dijo: «No, muchas personas son sordas y se arreglan perfectamente. Pero sigue pensando, te preguntare de nuevo.»
Varios años pasaron antes de que ella lo hiciera.
Él te reconocerá.
Miguelito estaba sucio. Las manos negras, el cuello café oscuro y la cara mugrosa. Pero sus brillantes ojos azules se llenaron de lágrimas cuando su profesora lo regañó por estar tan sucio.
Lo mandó a lavarse y al regresar se dio cuenta de que estaba llorando a grito abierto, avergonzado y humillado. Inclinándose hacia él, le dijo afablemente: «Niño, deja de llorar. Tú sabes que no podía dejarte regresar a casa tan sucio.