Publicada enReflexiones
Con olor a Dios.
Un frío viento de marzo danzaba al final de una noche en Dallas cuando el médico entró a la pequeña habitación de hospital donde se encontraba Diana Blessing. Aún aturdido por la cirugía, su esposo David sostenía su mano mientras se daban ánimo para las últimas noticias.
Esa tarde del 10 de marzo de 1991, una serie de complicaciones obligó a Diana, con tan sólo 24 semanas de embarazo