Dios creó al hombre y ¿Quién creó a Dios?

El ateísta Bertrand Russel en su libro “Why I am Not a Christian” (Por qué no soy un cristiano) escribió, que si es verdad que todas las cosas necesitan de una causa, entonces Dios debe necesitar también una causa. El concluyó de esto, que si Dios necesitaba una causa, entonces Dios no era Dios (y si Dios no es Dios, entonces obviamente Dios no existe).…

El hombre del desierto

Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la…

El farol del ciego

Un caballero estaba atravesando las calles oscuras de cierta ciudad, y vio que se le acercaba un hombre con un farol encendido en la mano. Cuando se acercó bastante, el caballero vio, por la luz de la linterna que ese hombre llevaba, que éste tenía los ojos cerrados. Pensativo, siguió adelante el caballero, mas sorprendido, se dijo: "Me parece que ese hombre está ciego." Entonces…

La fuerza del amor

Un día en Filadelfia, el caballo de un carro asuntó y huyó. El dueño, corrió y se agarró de las riendas.

«Déjelo ir, déjelo ir», gritaba la gente, temerosa por la vida del hombre, pero el no hacía caso. cayó en tierra, fue arrastrado, se levantó y por fin, mal herido y deshecho, pudo detener al animal.

El amor de Dios

Éramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando.

De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo, «¡Hola amigo!». Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía. Con mucho regocijo el se reía y se retorcía.

Yo miro alrededor y vi. la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos.

Preguntas caprichosas

Un poco de humor cristiano para comenzar bien nuestro día, aunque también un mensaje: Dios conoce al hombre.

Un hombre quería entender a Dios y por eso vino ante Él a preguntarle:
– «Señor, ¿qué es un millón de años para tí?.
Dios le contestó:
-«Un millón de años es como un minuto».

El cirujano

Una reportera fue invitada una vez por un renombrado cirujano a contemplar una difícil operación que iba a realizar.

Mientras el cirujano llevaba a cabo los preparativos necesarios para la operación, parecía confiado, pero un poco nervioso.
Luego, emprendiendo el camino hacia el quirófano, se detuvo un momento e inclinó la cabeza (mientras hacía una breve oración en su interior).

Más tarde durante la operación, sus manos se veían sin nervios … se veían tranquilas …

La reportera expresó su sorpresa de que un cirujano elevara una oración

Los bigotes del tigre

Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a la casa de un ermitaño de la montaña en busca de ayuda. El ermitaño era un sabio de gran renombre, hacedor de ensalmos y pociones mágicas.

Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, sin levantar los ojos de la chimenea que estaba mirando dijo:

– ¿Por qué viniste?

Yun Ok respondió:

– Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme una poción!

– Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos necesitan pociones! ¿Podemos curar un mundo enfermo con una poción?

El mejor escondite.

corazon1Cierto día, Dios estaba cansado de las personas.
Ellas estaban siempre molestándolo, pidiéndole cosas.
Entonces dijo: «Voy a esconderme por un tiempo».

Reunió a sus consejeros y preguntó:
«¿Dónde debo esconderme?»
Algunos dijeron: «Escóndase en la cima de la montaña más alta de la tierra».

A prisa.

carreteraCierta vez, un conductor se desplazaba por una autopista a una velocidad excesivamente alta, cuando, de repente justo después de una curva aparece un hombre parado en medio de la vía, haciendo señal de parada con los brazos y de una forma desesperante.

El conductor, sorprendido y a la vez asustado, toca insistentemente la bocina para ver si así el individuo se quitaba del camino