El hombre del desierto
El farol del ciego
La fuerza del amor
Un día en Filadelfia, el caballo de un carro asuntó y huyó. El dueño, corrió y se agarró de las riendas.
«Déjelo ir, déjelo ir», gritaba la gente, temerosa por la vida del hombre, pero el no hacía caso. cayó en tierra, fue arrastrado, se levantó y por fin, mal herido y deshecho, pudo detener al animal.
El amor de Dios
Éramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando.
De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo, «¡Hola amigo!». Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía. Con mucho regocijo el se reía y se retorcía.
Yo miro alrededor y vi. la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos.
Preguntas caprichosas
Un poco de humor cristiano para comenzar bien nuestro día, aunque también un mensaje: Dios conoce al hombre.
Un hombre quería entender a Dios y por eso vino ante Él a preguntarle:
– «Señor, ¿qué es un millón de años para tí?.
Dios le contestó:
-«Un millón de años es como un minuto».
El cirujano
Una reportera fue invitada una vez por un renombrado cirujano a contemplar una difícil operación que iba a realizar.
Mientras el cirujano llevaba a cabo los preparativos necesarios para la operación, parecía confiado, pero un poco nervioso.
Luego, emprendiendo el camino hacia el quirófano, se detuvo un momento e inclinó la cabeza (mientras hacía una breve oración en su interior).
Más tarde durante la operación, sus manos se veían sin nervios … se veían tranquilas …
La reportera expresó su sorpresa de que un cirujano elevara una oración
Los bigotes del tigre
Una mujer joven llamada Yun Ok fue un día a la casa de un ermitaño de la montaña en busca de ayuda. El ermitaño era un sabio de gran renombre, hacedor de ensalmos y pociones mágicas.
Cuando Yun Ok entró en su casa, el ermitaño, sin levantar los ojos de la chimenea que estaba mirando dijo:
– ¿Por qué viniste?
Yun Ok respondió:
– Oh, Sabio Famoso, ¡estoy desesperada! ¡Hazme una poción!
– Sí, sí, ¡hazme una poción! ¡Todos necesitan pociones! ¿Podemos curar un mundo enfermo con una poción?
El mejor escondite.
Cierto día, Dios estaba cansado de las personas.
Ellas estaban siempre molestándolo, pidiéndole cosas.
Entonces dijo: «Voy a esconderme por un tiempo».
Reunió a sus consejeros y preguntó:
«¿Dónde debo esconderme?»
Algunos dijeron: «Escóndase en la cima de la montaña más alta de la tierra».
A prisa.
Cierta vez, un conductor se desplazaba por una autopista a una velocidad excesivamente alta, cuando, de repente justo después de una curva aparece un hombre parado en medio de la vía, haciendo señal de parada con los brazos y de una forma desesperante.
El conductor, sorprendido y a la vez asustado, toca insistentemente la bocina para ver si así el individuo se quitaba del camino