Publicada enVida Cristiana
La maestra.
Cuando yo era capellán del ejercito atendí a un soldado moribundo, al cual yo conocía, y le pregunté si quería enviar a su madre algún mensaje conmigo. Me contestó:
-Sí. Por favor dígale que muero con toda felicidad.
Le pregunté otra vez si quería algo más, y me dijo: