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Sin lugar para el odio
Un pequeño hacendado, bastante aburrido con una zorra que solía invadir su gallinero para robar sus aves, consiguió, después de un cierto tiempo, capturarla. Llevado por el grande odio y deseo de venganza, amarró una cuerda encharcada con aceite en su cola y prendió fuego. Saliendo en disparada, la raposa acabo yendo en dirección al campo de trigo del hacendado. Era tiempo de cosecha y…