Leer la Biblia no es una tarea

Cuéntase que recorriendo los caminos del país de Gales iba un ateo, el señor Hone; iba a pie y al caer la tarde sintióse cansado y sediento. Se detuvo a la puerta de una choza donde una niña estaba sentada leyendo un libro. Le pidió el viajero agua; la niña le contestó que si gustaba pasar su madre le daría también un vaso de leche.…

¿Has probado a Jesús?

En una ocasión un ateo estaba dando una charla acerca de la 'no existencia de Cristo.'  Él decía, "Cristo no existe decía, nadie lo ha visto, ha sido un invento para engañar a la gente," y continuó arremetiéndola contra Jesucristo. Al terminar la charla, invitó a los oyentes que tuvieran preguntas a preguntar lo que quisieran.  Entonces, se levantó un hombre cristiano que había sido…

La naranja y el ateo

Un ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio, y después de haber finalizado su discurso, invitó a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma. Después de unos momentos un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su afición a las bebidas embriagantes, pero que había sido salvo recientemente, aceptó la invitación, y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente.

Ponerse de pie

Esta es una historia verdadera que sucedió hace algunos años en la USC
(Universidad de Carolina del Sur).

Había un profesor de Filosofía que era un Ateo profundamente comprometido. Su principal meta cada semestre era probar que Dios no podía existir. Sus estudiantes siempre tuvieron miedo de discutir con el por su lógica impecable.

La gallina y los patitos

De cada animal hemos extraído alguna lección aplicable a nuestra vida. Y ahora nos toca observar a aquella gallina, que debajo de la cual se habían colocado varios huevos de pato para que los empollara. A su debido tiempo nacieron los patitos, y comenzaron a dar sus paseos acompañados de la gallina.

La gallina madre no se explicaba por qué sus polluelos eran tan diferentes de ella. Y ocurrió que cierto día llegaron a las cercanías de un estanque, y los patitos, instintivamente, se fueron en línea recta hacia el agua.
La pobre gallina, creyendo que estaban en peligro de ahogarse, hacía desesperados intentos para llamarlos y salvarlos, pero sin resultado. No importaba que se los hubiese criado en tierra firme y seca. nadie pudo borrar de aquellos patitos su natural inclinación hacia el agua, porque era parte de sus propios instintos.