Hacia varios años que se había marchado de su pueblo.Ahora estaba volviendo, pero cuando entra, casi que no la conocen, no parecía aquella mujer que se había ido, tan fuerte, tan vigorosa, tan vital.
Vuelve fracasada, cansada, amargada, se había marchado con las manos llenas, regresa con las manos vacías. Emprendió el viaje con una familia bien constituida, vuelve sin ellos.
Las amigas del pueblo al verla corren hacia ella, se forma un revuelo, se acercan, la observan ¿Pero eres tu? ¿Que te ha pasado? ¿Tu esposo y tus hijos? Lágrimas corren por sus mejillas. Ni fuerza tiene para hablar, con suave voz les dice: Ellos han quedado allá, fallecieron, sus amigas la quieren consolar pero ella tiene gran amargura.
Una muchacha joven la acompaña, había sido la mujer de su hijo.
A pesar de lo que estaban atravesando Dios tenía preparado un plan maravilloso y el tiempo iba a ser testigo que Dios estaba con ellas y que Él no las había desamparado.
Cuantas veces igual que esta mujer nos sentimos abatidos, sin fuerzas, pero Dios siempre tiene una salida para todas las adversidades que encontremos en el camino.
No imagino Noemí que toda esta amargura que estaba atravesando iba a ser pasajera, Dios tenia un plan de salvación y lo iba a cumplir a través del linaje de Rut (La nuera de Noemí)
La mano de Dios es la que supervisa todo y todas nuestras necesidades están satisfechas en El, lo más precioso es que Dios siempre va a cumplir su plan, tal cual lo tenía preparado para estas mujeres.
Noemí llego al pueblo creyendo que era el fin, sin embargo era el comienzo de la gran salvación!!!
Enviado por Mary Romero