Mientras estaba en Chile para una conferencia bíblica, estaba descansando en el hotel cuando se transmitió un partido de rugby en la televisión. Aunque no entiendo el rugby totalmente, lo disfruto y admiro la valentía que se requiere para jugar ese deporte tan peligroso.
Durante el partido, uno de los jugadores franceses quedó herido y tuvo que ser llevado fuera del campo de juego. Mientras los entrenadores se ocupaban de él, la cámara hizo un primer plano de sus zapatos. Con un rotulador negro el jugador había escrito las palabras: «Habacuc 3:19» y «Jesús es el camino». Esas expresiones de fe y esperanza fueron un fuerte testimonio de las prioridades y valores de ese joven atleta.
El versículo que aparece en los zapatos de ese jugador de rugby no sólo indica una esperanza celestial y una fe perseverante. Indica un valor práctico -en especial para un atleta que depende de la velocidad para tener éxito. Esto es lo que dice: «Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar».
Para todo en la vida, necesitamos la fuerza y la provisión de nuestro Dios. Sólo Él puede darnos «pies» que sean veloces y fuertes. Sólo Él puede equiparnos para todas las incertidumbres de la vida, por cuanto sólo Él es nuestra fortaleza. Junto con Pablo podemos tener la seguridad de que: «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta» (Fil. 4:19).