El violín y el Maestro.

Estaba golpeado y marcado, y el rematador pensó que por su escaso valor, no tenía sentido perder demasiado tiempo con el viejo violín, pero lo levantó con una sonrisa.

«¿Cuánto dan por el violín, señores -gritó- quién empezará a apostar por el violín?»

– «Un dólar, un dólar» después, dos. ¿sólo dos?