Viviendo el reino
Tengo muchos amigos que trabajan en malos vecindarios. Uno de estos guerreros urbanos trasladó a su familia a una zona urbana muy pobre.
Un día, cuando caminaba por el pasillo en el edificio de su apartamento, notó a dos muchachos que estaban fumando crack. Al no querer que sus hijos vieran lo que los jóvenes estaban haciendo, les pidió a ambos que se detuvieran.
Lo siguiente que supo es que el puño de uno de ellos le dio en la mandíbula. Con la nariz y la boca sangrando, les respondió: «Si Jesús derramó Su sangre por mí, yo puedo derramar la mía por ustedes».
Dios le busca
En una región montañosa del Kurdistán, todavía reina la costumbre de la «venganza de la sangre». Durante una pelea, un hombre mató a otro y enseguida se fugó, persuadido de que el hijo de la víctima quería vengar a su padre.
Y efectivamente, éste se puso sobre la pista del asesino. La presecución duró varias semanas, hasta el día en que el fugitivo, agotado y hambriento, se durmió de cansancio, sin haber hallado un escondrijo seguro.
Se despertó sobresaltado al sentir una mano sobre su hombro. Entonces capituló diciendo: «No doy más, ya no puedo huir, mátame ahora mismo; es lo que merezco».
Cuando fuiste creado.
Hijo mío… si tan solo pudieras comprender por qué te amo tanto…?
Cuando fuiste creado, yo no tenía necesidad de sirvientes, pues miles de angeles me servían. No tenía necesidad de soldados, pues con tan sólo decir La Palabra, montes eran derribados. No tenía necesidad de adoradores, pues delante de mi trono contínuamente cuatro seres vivientes gritan Santo, Santo, Santo y junto a huestes Celestiales me adoran.