¡Hora de la limpieza!
Amor hasta el último segundo
El amor de Dios
¿Estás seguro? – Claro que estoy seguro
¿Piensas sacrificar todo por ellos? – Haré todo lo que sea necesario por ellos
Pero a ellos no les importa – Lo hago porque los amo
¿Crees que valga la pena? – Cada persona vale la pena
¿No te importa sufrir? – Si pudiera lo evitaría, pero mejor yo, que ellos
¿Piensa pagar el precio? – Pienso darlo todo
Perdónalos, porque no saben lo que hacen
Era un episodio casi increíble, el Hijo de Dios yacía clavado en un madero a la vista de muchos, humillado, azotado y en sus últimos minutos de vida. Es increíble que al hombre que habían recibido con palmas y cantos, ahora estuviera muriendo como el peor de los malhechores.
Si, ese era Jesús el Hijo de Dios, tomando el lugar que te correspondía, ese lugar que no tenia nada que ver con su forma de vida, ese lugar que denotaba la baje a la que habíamos llegado al matar a un hombre sin mancha ni pecado.
Todo por ocho dólares.
Una columna de fuego naranja y nubarrones de humo negro subían hacia el cielo vespertino de Austin, Texas, mientras los bomberos se apersonaban a un edificio de apartamentos de dos pisos en llamas.
Mientras los carros-bomba con sus sirenas a todo volumen se detenían, gente en pijamas, ropa interior y aún arropados con sobrecamas corrían desde el edificio.