Publicada enVida Cristiana
Obedecer a las consignas
En mi lugar de trabajo se hallan dos edificios que son limpiados por dos mujeres. A menudo una de ellas se queja de su jefe, diciendo: ¿Por qué no prohibe a la gente trabajar cuando hago la limpieza?. También se queja del personal: ¿Por qué no pasan por otros corredores cuando acabo de limpiar?
La otra, en cambio, siempre está muy sonriente y realiza su trabajo según las órdenes dadas. Su edificio siempre está limpio. Estas dos mujeres me hacen pensar en dos categorías de personas.