Cuando Jeremy tenía 17 años, luchó con una pregunta con la que los teólogos han batallado por siglos. Para él, el problema no era teórico sino práctico. Estaba tratando de entender por qué a su madre la tenían que operar del cerebro. Preguntó: “¿Por qué sufren las personas que son buenas, mamá?”
Ella le dijo: “El sufrimiento es parte de vivir en un mundo que ha recibido la maldición del pecado, y las personas buenas sufren como todos los demás. Esa es la razón por la que estoy feliz de que tengamos a Jesús. Si muero, iré a un mejor lugar, y anhelo el día cuando pueda volver a verte”. Luego ella dijo que podía entender la frustración de Jeremy, pero le dijo que no le echara la culpa a Dios.
Si tú y yo estamos desconcertados por el sufrimiento de personas buenas, podemos plantearle la pregunta de lleno a Dios, argumentar con Él si debemos hacerlo, y luchar con nuestras dudas. Pero no Le echemos la culpa.
Dios no le explicó a Job lo que estaba haciendo, pero dijo que podíamos confiar en que lo que Él hacía es lo correcto (Job -42). Y Él nos ha asegurado en Su Palabra que Jesús sufrió a nuestro favor, resucitó de entre los muertos, y ahora está preparando un lugar libre de sufrimiento para nosotros.
Puede que estas no sean las respuestas que queremos, pero son las respuestas que necesitamos para ayudarnos a vivir con esa pregunta tan antigua como el tiempo y a menudo incontestable acerca del sufrimiento.
Fuente: Nuestro Pan Diario.
Cuando Jeremy tenía 17 años, luchó con una pregunta con la que los teólogos han batallado por siglos. Para él, el problema no era teórico sino práctico. Estaba tratando de entender por qué a su madre la tenían que operar del cerebro. Preguntó: “¿Por qué sufren las personas que son buenas, mamá?”
Ella le dijo: “El sufrimiento es parte de vivir en un mundo que ha recibido la maldición del pecado, y las personas buenas sufren como todos los demás. Esa es la razón por la que estoy feliz de que tengamos a Jesús.