Amor, la Clave para la madurez de carácter en el cristiano

En la vida cristiana  los dones espirituales son importantes y necesarios para  dar a conocer que Jesucristo está con nosotros; ya que la gente ve el poder de Dios en acción. Sin embargo, el Fruto del Espíritu Santo es indispensable en la vida de cada creyente, ya que a través de él  testificamos no sólo que Dios está con nosotros, sino también que Dios vive en nosotros y que somos discípulos de Jesucristo.

Porque el Fruto es para unas excelentes relaciones humanas entre todos los cristianos y aún con los no cristianos.

Una súplica desesperada

Cierta noche, un hombre bien vestido fue a ver a un creyente muy conocido. Con voz suplicante le pidió:»¡Sálveme!». COmo su padre había sido un bebedor empedernid, él mismo tenía aversión al alcohol. Pedía socorro porque dos o tres veces por año le sobrevenía la necesidad de beber; entonces debía emborracharse. Después sentía una profunda vergüenza.
Pero simplemente debía hacerlo.

El creyente le preguntó:»¿Cómo puedo salvarlo, si usted mismo no lo puede hacer? Las cadenas del diablo son demasiado fuertes como para que yo las rompa. Su visitante se desplomó en el sillón y dijo:»Sí, fue la respuesta».

Una noche de lectura

-Quédense con su vieja Biblia. No la necesito, ¡yo soy mi propio dios!Así fueron recibidos en una cárcel dos visitantes que quisieron ofrecer un Nuevo Testamento a un preso llamado José.

Cuando volvieron una semana después, José acudió, tendiéndoles los brazos y exclamando:¡Ahora pueden llamarme hermano! Rehusé el Nuevo Testamento que ustedes querían darme, pero otro detenido lo aceptó.

Al volver a nuestra celda, mi compañero me pidió que le leyera en voz alta lo que estaba escrito en ese pequeño libro, ya que él no sabía leer.

Los gansos.

Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y las festividades religiosas, como la Navidad. Su mujer, en cambio, era creyente a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.

Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.