Un hombre inquieto camina de un lado a otro dentro de la celda de una fría prisión, preguntándose una y mil veces ¿Se acordará el copero de mí?.
Su cabeza no puede dejar de pensar en todo lo acontecido durante su vida.
Sin lugar a dudas todos sus últimos años no han sido más que días que uno preferiría olvidar.
Quizás lo peor no es eso, sino que hoy se encuentra solo, encarcelado, como si hubiera cometido algún delito.
No deja de recordar ese día en que parecía estar como en el cielo.
Ese día en un maravilloso campo, en el que vio como su manojo de trigo se elevaba y otros manojos se disponían alrededor de él para brindarle reverencia…
Luego tuvo otro sueño, muy similar.
Aunque él sigue preocupado en saber si el copero se acordará de lo que le había prometido.
“No sé si tendrá arterioesclerosis este copero, lo único que hace es servirle el vino al Faraón, pero ni una palabra dijo sobre mí ante el gran jefe de los egipcios ”.
Mientras tanto continúa caminando por la celda.
No deja de recordar aquella vez que salvó su vida por poco. Cierto día en que sus hermanos querían matarlo, y tirarlo a un pozo seco y vacío. En su lugar decidieron venderlo como esclavo a unos ismaelitas.
Del sueño pasa a estar en un pozo seco y vacío, a punto de perder la vida, vendido como esclavo…
Siguió recordando.
Tuvo un tiempo de refrigerio trabajando para Potifar, un gran funcionario de los Egipcios, donde finalmente quedó como mayordomo. Pero en cierta oportunidad la esposa del funcionario, quiso intimar con él y entonces él huyó.
Pero ella había mentido… y por eso él ahora está en esta celda húmeda y vacía que quizás es peor que el pozo por el cual ya había pasado.
Pero la pregunta constante es: “¿Se acordará el copero de mí?”.
Esa pregunta golpea una vez más su mente y su corazón.
“Seguramente a esta hora el panadero estará con el “chaleco de madera” puesto. El no tenía posibilidades de volver a servir al Faraón…Pero el copero tiene que estar vivo, y seguramente su memoria le está fallando”.
Tal vez estés en un pozo seco, frío y vacío, sintiendo que te pueden vender como esclavo y pensando que hasta tus propios hermanos te odian hasta el punto de querer matarte.
A vos te quiero decir que: Dios tiene el control de todo.
El mismo Dios que puso su Sueño en tu vida, será el mismo que te ayude a cumplirlo.
Pero antes tiene que moldear tu carácter.
Él siempre se toma sus tiempos y también lo hace con sus propios métodos.
Es tan complicado comprender la escuela de Dios, que muchas veces repetimos de año o nos quedamos en el camino, sin llegar a graduarnos.
Dios puso Sueños en tu vida, sus Sueños en tu mente y corazón.
Quizás te parecen lejanos, pero te digo que no te preocupes, Dios tiene el control de todo.
Tal vez estés pasando por un tiempo donde Dios quiere trabajar en tu vida y con tu vida, para que cuando se cumpla su Sueño no lo eches a perder.
Cuando estés en pozos o celdas, es el Sueño el que te mantiene vivo, con fe, con nuevas esperanzas.
Dios no depende de nadie, ni de la lengua o neurona de un copero.
Siempre es bueno que toda historia tenga un final feliz, así que te cuento que el copero se acordó de José y Dios también cumplió su sueño, poniéndolo al lado del Faraón, como el 2º en el Gran Imperio de Egipto, para salvar del hambre a ese país y a Israel. Casualmente tal vez, el pueblo donde vivían sus hermanos y toda su familia y ellos tuvieron que ir a pedirle alimentos a José.
El copero se acordó de José, y lo que es mejor, Dios cumplió su Sueño en la vida de José.