La vida es una constante de pérdidas y ganancias, escribimos parte en él debe y parte en él haber.
¿Nunca te ha pasado de perder algo que tu querías?
Perdemos seres queridos, perdemos amigos, perdemos bienes económicos, perdemos salud, perdemos bienestar, y así seguiríamos enumerando muchísimas cosas. Algunas veces las pérdidas son recuperables, otras no.
Recuerdo una historia de una señora que tenia 10 monedas de oro, era para ella de gran valor, una moneda persa era el equivalente al salario de cuatro días de trabajo.
Estas monedas eran unas de las más primitivas, así que lo que poseía era una reliquia. Estaban bien guardadas, era lo más precioso!!! Un día comienza a contarlas y para su sorpresa le faltaba una. ¡Oh! ¡que desesperación!
Ella sabía que de allí no la habían sacado, en algún lugar estaba.
Rápidamente la empezó a buscar, lo primero que hizo fue prender la luz, tenía que haber mucha claridad para ver hasta el último rincón de la casa, luego se puso a barrer, y busco y busco sin parar hasta que la encontró. ¡Que alegría! ¡La había recuperado!
Salió corriendo de su casa y le dijo a sus vecinas y a sus amigas lo que le había pasado, las invito a su casa a tomar el te ¡había que festejar! porque recuperó algo perdido!!
Nos dice la palabra de Dios que Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
¿¿Que se había perdido??
Se había perdido la relación con Dios por el pecado; no podíamos acercarnos libremente al altar, pero por medio de la muerte de Jesús en la cruz, tenemos libre entrada, el altar de la gracia aun esta disponible y te espera.
Si perdiste la comunicación con Dios, hoy la puedes recuperar, tal vez mañana es tarde.
Perder los bienes es mucho
Perder la salud es más
Perder el alma es pérdida tal
Que no se recupera jamás!!!
Enviado por Mary Romero