¿Pecados privados?

pecadoLa manera particular en que se dio la toma de Jericó dejó un poderoso testimonio acerca del futuro que esperaba al pueblo si caminaba de la mano del Señor. En el próximo capítulo, sin embargo, vemos a Israel derrotada y humillada por un adversario insignificante. El pasaje de hoy, tomado del capítulo que relata la totalidad del lamentable episodio, nos ofrece la explicación por esta derrota: había pecado en el pueblo, y esto cortó en forma absoluta el obrar de Dios.

Lo increíble de esta situación es que era solamente un hombre el que había pecado. Acán, de la tribu de Benjamín, vio entre los despojos de Jericó un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codició y tomó (21). Dios, sin embargo, había dado específicas instrucciones acerca de la ciudad: Y será la ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella… pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis (6. 17, 18).

Lo que nos llama la atención es que todo el pueblo sufriera las consecuencias de la falta de un solo hombre. Nuestro asombro revela cuan convencidos estamos de que el pecado es un asunto muy personal, algo entre nosotros y Dios. Esta historia nos presenta la más dramática y contundente evidencia de que no existe tal cosa como el “pecado privado.” Todo pecado es una ofensa contra Dios y su pueblo, y tiene consecuencias más allá de nuestra propia vida.

El ser parte del pueblo de Dios implica la existencia de vínculos espirituales que no dependen de nosotros. No existimos en forma aislada,, tengamos o no una relación fluída con los demás. Cuando alguno de nosotros pecamos, no pecamos solamente contra Dios, sino que también dañamos la relación con nuestros hermanos, pues se interrumpe el accionar de Dios en nuestro medio, no solamente en mi vida. El pecado secreto es un asunto serio, porque afecta la vida de todas las personas que están relacionados con esa persona, de la misma manera que el alcohólico trae miseria a todos los que conviven con él o ella. Aunque no veamos las consecuencias, los resultados de nuestras acciones no pueden ser detenidos.

Para pensar:
Seguramente a esta realidad se refería Pablo, cuando decía que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con é (1 Cor 12. 26). El concepto no es que debemos dolernos con el otro, sino que el dolor de uno afecta a todo el cuerpo, aunque escogemos ignorarlo. De la misma manera, el pecado tiene consecuencias comunitarias! Saber esto le da un peso adicional al llamado a vivir en Santidad.

Autor: Christopher Shaw.