Un esposo tiránico le exigió una vez a su esposa que actuara conforme a un rígido conjunto de normas que él mismo eligió. Ella debía realizar ciertas cosas para él como su esposa, mantener la casa de cierta manera, tratar a sus hijos en público de un modo determinado.
La esposa trató de complacer a su marido, pero luego de un tiempo comenzó a odiar la lista de normas y de reglas. Y no es de extrañar que pronto empezara a odiarlo a él también. Entonces un día el hombre murió, un acto de piedad de Dios, según lo veía la esposa.
Tiempo después, esta mujer se enamoró de otro hombre y se casó con él. Para su sorpresa, descubrió que ella y su nuevo esposo parecían vivir en una luna de miel perpetua. Con alegría, se dedicó a buscar bienestar. Un día, mientras limpiaba unas cajas en el ático, encontró la lista de reglas que su primer marido le había escrito. Para su sorpresa, se dio cuenta de que estaba haciendo para su segundo marido todo lo que había demandado el primero en esa lista, a pesar de que su actual esposo nunca había exigido nada de eso.
Lo estaba haciendo como una demostración de amor, y no por obediencia a una exigencia.
Ame y sirva a su esposa… ¡y es muy probable que reciba todo el cariño que pueda recibir!
1Pedro 5:3
No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.
Fuente: Renuevo de Plenitud