El Libro de los Salmos es el más largo de todos los libros que componen la Escritura. Es un conjunto de poemas que al principio se cantaron. El libro de los Salmos se le llama el corazón de la Biblia, no porque se encuentre en el centro, sino porque en él se hallan expresados muchos sentimientos, en particular los que se le pueden atribuir al Enviado de Dios: Jesucristo.
Al leer los salmos no encontramos a Dios revelado como Padre (para esto esnecesario leer el Nuevo Testamento). Pero los creyentes de hoy siempre son alentados a leerlos, ante todo porque en gran parte se aplican a las circustancias agotadoras de la vida.
Amigo creyente, ¿se siente solo, abandonado o atormentado? ¿Está usted desalentado, deprimido o desesperado? ¿Está triste, enfermo, enredado en sus problemas? En todas estas situaciones, lea los Salmos.
Pero aun más que respuestas a su situación, lo que usted hallará en este libro es una Persona. En efecto, en él se disciernen los sufrimientos y las glorias del Hijo de Dios. Leer los Salmos nos permite conocerle mejor, es una manera segura de sentirlo más cercano, en una relación íntima. Esta lectura hace profundizar la relación del creyente con su Salvador y Señor.
Cada hijo de Dios puede dejarse edificar por ese libro, y con el autor del Salmo 45, alabar al Señor, diciendo: «Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría».
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