Las dos ranas.

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.

Cuando vieron cuán hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas que, para efectos prácticos, se debían dar por muertas. Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras ranas seguían insistiendo en que sus esfuerzos serían inútiles.

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la rana saltó cada vez con más fuerza hasta que finalmente salió del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: ¿No escuchaste lo que te decíamos? La rana les explicó que ella era sorda, y pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

Ésta historia contiene dos lecciones:

1. La lengua tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarle y finalizar el día.
2. Una palabra destructiva a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que acabe por destruirlos.

Tengamos cuidado con lo que decimos.

Hablemos de vida a aquellos que se cruzan en nuestro camino. El poder de las palabras es tanto, que a veces es difícil comprender que una palabra de ánimo pueda hacer tanto bien. Cualquiera puede hablar palabras que roben a los demás el espíritu que les lleva a seguir en la lucha en medio de tiempos difíciles.

1 Pedro 3:10 Porque: El que quiere amar la vida Y ver dias buenos, refrene su lengua de mal,Y sus labios no hablen engaño.

Proverbios 18:21 La muerte y la vida estan en poder de la lengua,Y el que la ama comera de sus frutos.