La voluntad del caballo.

Un joven campesino cristiano tenía su novia en una vereda vecina y todos los días en las tardes ensillaba su caballo blanco y se dirigía a casa de su novia. Esta rutina se repitió todos los días durante los dos años de noviazgo.

Una tarde, como era la costumbre, iba en su inseparable caballo blanco hacia la casa de la novia cuando le salió una anciana de su congregación y le dijo:

– El Señor me ha enviado a decirte que no es su voluntad que te unas en matrimonio con esa joven. Esa no es la esposa que Él tiene preparada para ti.

El Joven confundido, le costaba aceptar como de parte de Dios la profecía, por eso le dijo a Dios en oración.

– Señor, confirma por medio de una señal si es tu voluntad que esta joven sea mi esposa.

Al día siguiente, como de costumbre, estaba ensillando su caballo blanco para dirigirse a casa de su novia y le vino a la mente una idea. Oró a Dios diciendo.

– Señor, si es tu voluntad que me case con ella, permite que mi caballo me lleve a su casa sin que yo tenga que guiarlo. De lo contrario que el caballo pierda el camino y me lleve a otro lado.

El joven se subió a su caballo y lo único que hizo fue ordenarle que se pusiera en marcha. El Caballo sin vacilar tomó rumbo, como era costumbre todas las tardes. Sin que el joven lo guiara, el caballo llegó a casa de la novia.

Año y medio después su matrimonio fracasó a pesar de todos los esfuerzos que hicieron para que eso no sucediera.

El joven muy triste se lamenta ante su pastor preguntando:

– ¿Por qué fracasó mi matrimonio si tome la decisión después de consultar la voluntad de Dios?

– Joven – le respondió el pastor- tu no hiciste la voluntad de Dios, tu hiciste la voluntad del caballo.

Pero no sea como yo quiero, sino como tú.

Mateo 26:39