Al final de una reunión, hace algunas semanas, una niñita me entregó un papel. Lo leí. Decía: “Ore a Dios, pidiéndole que mi madre vuelva a casa”. La chiquita estaba sola, el padre había muerto y la madre la había abandonado. Hacía más de un año que había desaparecido. Orar para que la mujer volviera, me era cosa bastante difícil.
Algunos días más tarde, recibí otro papelito que decía: “¿Recuerda la niñita que hace poco le pidió que orase por el regreso de su madre? La madre ha vuelto y el viernes estuvo en la reunión con la hija”.
Ahora la chica pide que oremos por la conversión de su mamá.
«Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.» San Mateo 18:19
Por D.L. Moody