¡Capitán! ¡Capitán! ¡Nos hundimos! El barco parecía una cascarita de nuez moviéndose sin parar hacia todos lados, el viento muy fuerte se convirtió en una terrible tempestad. Con voz fuerte y temible dijo el capitán: “Que esta pasando”, “alguien en este lugar no esta comportándose correctamente, lo primero que van a hacer es aliviar el peso del barco, luego investigare a todos los que están a bordo”.
Así fue que tiraron toda la carga, pero el mar seguía enfurecido, comienza a buscar entre los marineros a ver quien era el culpable de esta situación…Cuando llego a la bodega…Allí lo encontró, camuflándose entre los bártulos. “Que haces aquí” ¿De quien huyes? Con voz débil respondió: “Yo soy el culpable de que el mar este enojado” “Soy muy desobediente”.
Así que sin perdida de tiempo comenzaron a remar con todas las fuerzas para llevarlo hasta la orilla, y allí dejarlo, pero no lo lograron, la única manera de calmar la tempestad era arrojándolo al mar, y así lo hicieron.
Apenas lo tiraron, el mar se aquieto y volvió la calma, mientras tanto “el” siguió hasta el fondo del mar. Sus ojos se deleitaban viendo la cantidad de pulpos, medusas, erizos, cangrejos, caracoles, estrellas de mar, ostras, diversidad de peces de todos los tamaños y colores, hasta que de pronto se encontró frente a algo muy gordo y enorme, un pez muy grande abrió la boca justo delante de el y..¡Blum!..Se lo trago, fue a parar adentro de esa panza grandota.
Pasaron las horas y mas horas y el allí seguía, sin moverse, muy quietecito, mientras tanto el pez seguía su trayectoria, prometió a Dios que si lo sacaba de esa situación jamás volvería a ser desobediente. Cuando ya habían pasado tres días parece que al pez le dio una indigestión, comió algo que le hizo mal porque comenzó a tener fuertes dolores de barriga, comenzó a nadar y nadar hasta llegar a la playa, vomito todo lo que tenia adentro de la panza y allí salió “Jonás”.
Sacándose las algas que tenía enredadas en su cabeza comenzó a caminar hacia su casa, alguien le creería cuando cuente lo que le había pasado. Eso no le importaba, lo que si había aprendido una buena lección, jamás desobedecería.
Escrito por Mary Romero