«Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.» Marcos 6:1-6
Era un día como cualquier otro, Daniel, estaba triste porque no le alcanzaba el dinero. Un día de repente, se le apareció un genio. – ¿Qué deseo quieres? – Inmediatamente, Daniel, dijo: quiero ganarme la lotería. El genio escribió en un trozo de papel los números ganadores.
La familia estaba contenta, tenía en su mano la combinación ganadora, saltaban de alegría; ya estaban planeando como gastarse el dinero. Pasados los días, la familia le pregunto a Daniel – ¿Cómo te fue? – A lo que Daniel contesto: “No compre el boleto” – ¿Queeee? ¿Por qué? – lo que pasa, es que siempre he creído que eso de la lotería es un robo.
¿Es increíble no es cierto? ¿Por qué no comprar el boleto sí era seguro que ganaría? Como diría Ripley, “Aunque Ud. no lo crea”, hay personas así. Aunque vean, sus prejuicios los ciegan, aunque escuchen sus prejuicios los aturden, aunque sienten sus prejuicios los insensibilizan.
¿Has conocido gente así? Que tienen el No por delante. Para todo dicen No. Incluso antes de que termines tu pregunta dicen No. O antes de empezar a decir algo te dicen No. Mire para que no pierda su tiempo No quiero nada de los que ud. me ofrece. Oiga pero ni siquiera le he dicho de que se trata. No me interesa. No, No y No.
Por ejemplo acabamos de leer que estas personas conocían a Jesús, era su vecino, sabían su profesión, conocían a sus hermanos y hermanas**. Seguramente habían oído acerca de sus milagros y sus enseñanzas, y no sólo eso lo comprobaron, ya que “muchos oyéndole, se admiraban” Y se preguntaban “¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?
Ese Jesús hizo mi cama, decía alguien. Otro comentaba, Jesús hizo mi sillas, otro más decía, Jesús era igual que su padre carpintero. Estas personas no podían entender cómo era posible que un simple carpintero tuviera esa sabiduría y poder. Esto me suena a prejuicio. Desafortunadamente es muy común hoy en día.
El prejuicio es difícil de quitar, alguien dijo: “Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”. No estoy seguro que esto sea de todo cierto, pero sí estoy seguro que los prejuicios no te dejan mover, te paralizan, te limitan, no te dejan crecer, te ciegan.
Eso mismo paso con estas personas, Jesús no pudo hacer allí ningún milagro, no porque no pudiera ¡Vamos es Dios! Sino porque la gente no iba con él, de hecho Jesús estaba asombrado por la incredulidad. Están viendo y no ven. Tienen oídos para oír y no oyen.
¿Qué prejuicio no te deja creer? Si le preguntara a Ricardo Arjona me diría que: En su cuadra la más religiosa era Doña Carlota y esta le poncho cien pelotas.
Si conoces a Jesús, si has experimentado sus milagros o sus enseñanzas, si has sentido el amor y la gracia de Dios, y aún así me dices: No quiero saber nada de Él. Nunca más te molestaré, pero si criticas, juzgas, tienes una opinión, y no conoces a Jesús no has experimentado su gracia y su amor, te pregunto ¿Qué prejuicio tienes que no lo quieres ni conocer? ¿Quién te saco la lengua en el nombre de Dios? ¿Quién te poncho tu patito de hule? ¿Quién te hizo daño? Estoy seguro ese no fue Dios.
Espero no seas prejuicioso.
Enviado por Alejandro Cunillé Fuentes
**Nota: Pocos saben que Jesús tuvo hermanos y hermanas. Puedes decir que la versión de la Biblia que estoy usando es diferente a la tuya, y muy probable así sea, por eso te invito a leerla en Marcos 6:1-6 para que revises como dice tu Biblia. Ahora también a quienes creen que el término “hermano” debe entenderse como “primo”, esta postura dice que debido que en arameo, el idioma de esa época, la palabra primo y hermano era la misma. Sin embargo eso es muy improbable ya que en griego, idioma que se escribió el evangelio de Marcos, si hay diferencia entre la palabra hermano (adelphos) y primo (anepsios), por lo tanto el autor utilizo el término más correcto: Adelphos que es hermano.