El jabón y el evangelio

Cierto día paseaban juntos un fabricante de jabón y un predicador; y en el curso de la conversación, el fabricante, quien era incrédulo, le dice al predicador:
– El evangelio que usted predica señor, no me parecee haber tenido mucha eficacia, pues veo que en el mundo abunda la maldad y hay todavía personas malas.

Más adelante encontraron a un niño que estaba jugando en el barro de la calle, y se hallaba completamente sucio.

Al verlo en este estado, el predicador se valió de la oportunidad y volviéndose al fabricante de jabón le dijo:
-Señor, el jabón que usted fabrica no parece haber tenido mucha eficacia, porque veo que en el mundo abunda la suciedad y hay muchas personas sucias.

-¡Ah!- respondió el fabricante – es que mi jabón sólo quita la suciedad cuando se aplica sobre lo sucio.

-Exactamente lo mismo – replicó el predicador – es lo que sucede con el evangelio. Solo quita la maldad y limpia de ella, cuando el pecador se lo aplica a su corazón manchado de pecado.

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