Se dice que en cierta ocasión el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado raso se lanzó hacia el caballo, y, cogiendo el freno del caballo, pudo pronto detenerlo. Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo: «gracias, mi capitán». El soldado se sorprendió al oír a Napoleón decirle «capitán», pues él era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán. Así que, saludó a su Emperador y le preguntó: «¿De qué regimiento, mi Emperador?» El emperador le contestó: «De mi guardia personal.» Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, le preguntó: «¿Capitán, por órdenes de quién? – «por órdenes de mi emperador, Napoleón I.»
En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: «Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se equivocó y me dijo capitán», y se hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido soldado raso toda su vida.
Todos nosotros por naturaleza somos «hijos de ira», hijos de desobediencia; pero Dios en su infinito amor e infinita misericordia quiere hacernos sus hijos. En el evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Juan 1:12, encontramos estas preciosas palabras: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».
Hoy, este día, por la fe puedes ser hecho hijo de Dios, pidiendo a Dios perdón de tus pecados, aceptando a Cristo Jesús como tu Salvador personal, y dejando que el Espíritu Santo haga su obra regeneradora en tu ser.
«Ven a Cristo con fe viva,
Piensa mucho en su amor;
No dudes reciba
Al más vil pecador.»
«Cree y fija tu confianza
En su muerte por ti;
El gozo alcanza
Quien lo hiciere así.»
Fuente: Ministros