Un hombre en una reunión dijo que quería venir a Jesús, pero no podía porque estaba amarrado.
Un escocés a su lado le dijo: «Muy bien, hombre, pero ¿por qué no viene con cadena y todo?
El hombre exclamó: «Vaya, no se me había ocurrido» y vino.
Venga usted así también, pecador amarrado.
Tomado Revista Fuego de Pentecostés, Año 1932