Anfitriones, comensales, ropa y calzado nuevos, adornos en las casas, luces,colores, riquísimos manjares, las tiendas abarrotadas de gentes que compran regalos, niños con juguetes nuevos. ¡Cuantos preparativos para estos días en varias partes del mundo! En cada pueblo y nación las familias están abocadas a la preparación de la cena de nochebuena, y se reúnen alrededor de la mesa según la tradición de cada país.
Pero aquella primera Navidad que distinta que fue, no hubo guirnaldas de colores adornando el lugar, ni miles de lamparitas iluminando el recinto.
Vamos a retroceder dos mil años atrás, comenzamos a caminar por las calles dela ciudad de Belén, todo esta en silencio y quietud, seguimos caminando y nos dirigimos a un lugar donde guardan a los animales, entramos a un establo en esa nochebuena, observamos que todo esta en penumbra, solo una tenue luz sale de una lámpara, oímos el mugido de una vaca, el balido de la oveja, hay un fuerte olor del excremento de los animales, seguimos avanzando con cuidado para no tropezar, vemos un armazón con tablas donde comen los animales, la curiosidad nos hace mirar adentro del pesebre sobre un colchoncito de pajas vemos un hermoso bebe, su piel rosada, unos ojitos brillantes, su cuerpito esta envuelto en pañales, animales con su aliento le dan calor en esa noche tan fría, su mama María y José lo cuidan y protegen.
Una melodía suave y dulce que parece angelical nos hace salir afuera, levantamos la vista al cielo y lo que vemos es impresionante; una multitud de ángeles cantando: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres»¡Que primera Navidad tan hermosa! Fue todo tan distinto, que lejos que esta a nuestras Navidades.Que esta no sea igual, adoremos a Jesús, aquel bebe amado…porque El es nuestro Redentor.
Enviado por Mary Romero