Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen? Marcos 4:35-41
Jesús ha tenido un día agotador, decide emprender un nuevo viaje del otro lado del mar de galilea, esta dispuesto a descansar y dormir un poco, como decimos en México, echarse una pestaña. Finalmente esta en manos de expertos, varios de sus discípulos son pesadores, ¿recuerdan? Me puedo imaginar a Pedro, no te preocupes Maestro, todo está bajo control, en cuanto lleguemos al otro lado te despertamos. Quizá Juan le dice: Jesús ve a la parte de atrás ahí hay donde recostar la cabeza.
Los discípulos de Jesús seguramente estaban contentos, el Maestro Jesús les había ayudado mucho sin embargo, hoy es diferente, aquí son expertos, aquí son ellos los que le van a ayudar a Jesús y no al revés.
¿Te suena parecido? A mi sí. Recuerdo todas esas veces que según yo puedo hacerlo sin Dios. Todas esas veces que me considero experto y le digo a Dios: vete a dormir un rato, confía en mí. ¿Cuándo se ha visto a un bebé decirles eso a sus papás? Papá, mamá Uds. vayan al cine no se preocupen por mi, ya se me cuidar solo, ya estoy grande.
Ahí están los discípulos, ven que se acerca una tormenta, quizá Tomas pregunta: ¿despertamos al Maestro? No, déjalo dormir, además estas en buenas manos; ahorita vas a ver como lo solucionamos.
Los fuertes vientos azotan el mar con furia, las olas empiezan a crecer cada vez más; se puede ver la cara de preocupación de los “expertos”, aunque han estado mil y un veces aquí. La pequeña embarcación parece no poder resistir. El viento está demasiado fuerte, no se puede ni caminar, Tomás dice sarcásticamente: ¿despertamos al maestro o Uds. pueden?
El miedo invade a todos, desesperados creen que van a morir, el veredicto de los expertos pescadores es: No hay salvación. Ven a Jesús durmiendo, y la reacción de unos es enojarse y le reclaman: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?
Así reaccionamos muchas veces, nos enojamos con Dios como si fuera su culpa, cuando todo el tiempo estuvo recostado esperando a que le pidiéramos ayuda. Nos esperamos a que el problema se nos salga de las manos, nos creemos expertos, nos creemos grandes, creemos que todo está bajo nuestro control, y cuando no podemos decimos: “Dios no escucha mis oraciones”, “no le importa a Dios lo que me pase”, “Dios no existe porque si existiera no estaría así el mundo”, “siempre me va mal ¿cómo puede existir Dios?
La gracia de Dios no tarda en actuar, se levanta, le dice a nuestros problemas: ¡BASTA! Y en ese mismo instante nuestros problemas cesan. La deuda que nos oprimía se fue, la falta de trabajo ya no me agobia, los problemas se han desvanecido al igual que las nubes de la tormenta.
Dios se acerca con nosotros, y al igual que un padre o una madre ve a su hijo lleno de miedo por una gigantesca araña, Dios se acerca a nosotros, ya sin el problema encima. Y nos pregunta. ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Por qué están tan espantados? ¿Qué no confían en mí? Creen que no puedo matar esa arañita, pero papá era la más grande que había visto. ¿Qué no tiene fe? Aprendieron su lección. Quedaron impresionados, estaban maravillados y llenos de miedo por el gran poder de Jesús. No era la primera vez que lo veían su gracia actuar con gran poder, pero si era la primera vez que su vida dependía Él.
Confiemos en Jesús, Su poder sigue actuando hasta el día de hoy. Se que lo has visto, recuerda todos los problemas que se han solucionado como por arte de magia, o mejor dicho por arte de la gracia de Dios.
Enviado por Alejandro Cunillé Fuentes