1. La alabanza comienza en la voluntad (v. 1).
«Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza es- tará de continuo en mi boca». Su actitud refleja una determinación de regocijarse pese a la situación.
2. La alabanza afecta a la emoción (v. 2).
«En Jehová se gloriará mi alma». Ahora, David alaba al Señor no solamente porque es lo correcto, sino también porque le gusta.
3. La alabanza se extiende a otros (vv. 2–3).
«Lo oirán los mansos y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre». David demuestra que el cumplimiento de la alabanza comienza con una actitud de estar determinado a alabar. La conclusión del capítulo registra el triunfo de David: «Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en Él confían».